La obtención de minerales implica claro un beneficio para la
sociedad pues hace que dispongamos de materiales que son imprescindibles para
nuestro día a día; por lo tanto, al estar tan demandados por los países,
también implicará que el país extractor se beneficie económicamente de nuestro
consumo. Pero, ¿realmente supone un
beneficio económico para el país de extracción de dichos minerales?
Está claro que la existencia de depósitos minerales no es
una garantía de desarrollo económico. Las grandes ganancias son para las
grandes empresas que se dedican a su obtención pero no para las comunidades que habitan las
áreas donde los recursos minerales son importantes. Como resultado de la
minería, comunidades, que antes dependían de los recursos naturales sufren
pérdidas inmediatas, como por ejemplo, de los puestos de trabajo en la
agricultura y la pesca; por lo que lleva a desestabilizar a otras industrias.
En los Países Bajos, durante las décadas de 1960 y 1970 un repentino incremento
en las exportaciones de gas natural terminó dañando a los sectores exportadores
tradicionales, especialmente los sectores manufacturero y agrícola.
Para entender mejor esta situación pondremos como ejemplo Níger, que es el cuarto mayor productor de uranio del mundo, pero
sorprendentemente la extracción de uranio es el sector más nocivo para el país,
dicha extracción solo representa el 70% de las exportaciones de Níger, no
contribuye a más del 5% del presupuesto estatal. ¿Qué puede explicar esto? la
respuesta es sencilla: no se están recaudando los correspondientes impuestos,
con lo cual, la extracción de oro apenas contribuye al desarrollo del país. Son
los propietarios de las minas y los compradores que les siguen en la cadena de
suministro los que se embolsan unos beneficios enormes. Otro problema enorme es
que la minería industrial formal no representa más que 5.000 puestos de trabajo
– menos del 10% del total de empleos que se calcula existen en las minas
artesanales, como consecuencia, la mayoría de ellos trabajan al margen de la
ley y sus condiciones de trabajo son nefastas (la mitad de los niños de Níger
con edades comprendidas entre los 5 y los 14 años trabajan, muchos de ellos en
condiciones peligrosas, como sucede en el ámbito de la minería artesanal).
Dicho esto, es muy importante que entendamos que solo es una minoría la que se lucra de estos
beneficios. Resulta crucial que otras instituciones financieras y bancos se
abstengan de invertir en proyectos, como el ejemplo anterior, que
resulten poco rentable y nada sustentable, y que sólo hará que aumente la
contaminación, la pobreza y la corrupción.
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