La obtención de minerales implica claro un beneficio para la
sociedad pues hace que dispongamos de materiales que son imprescindibles para
nuestro día a día; por lo tanto, al estar tan demandados por los países,
también implicará que el país extractor se beneficie económicamente de nuestro
consumo. Pero, ¿realmente supone un
beneficio económico para el país de extracción de dichos minerales?
Está claro que la existencia de depósitos minerales no es
una garantía de desarrollo económico. Las grandes ganancias son para las
grandes empresas que se dedican a su obtención pero no para las comunidades que habitan las
áreas donde los recursos minerales son importantes. Como resultado de la
minería, comunidades, que antes dependían de los recursos naturales sufren
pérdidas inmediatas, como por ejemplo, de los puestos de trabajo en la
agricultura y la pesca; por lo que lleva a desestabilizar a otras industrias.
En los Países Bajos, durante las décadas de 1960 y 1970 un repentino incremento
en las exportaciones de gas natural terminó dañando a los sectores exportadores
tradicionales, especialmente los sectores manufacturero y agrícola.

Dicho esto, es muy importante que entendamos que solo es una minoría la que se lucra de estos
beneficios. Resulta crucial que otras instituciones financieras y bancos se
abstengan de invertir en proyectos, como el ejemplo anterior, que
resulten poco rentable y nada sustentable, y que sólo hará que aumente la
contaminación, la pobreza y la corrupción.
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